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BIBLIOTECA MUSICOLÓGICA

LOTHAR SIEMENS

 

SOBRE

LA BIBLIOTECA MUSICOLÓGICA

Desprenderse de una valiosa y bien dotada biblioteca, una de sus posesiones materiales más queridas, es algo que nadie en plena producción ha sido capaz de realizar. En el mejor de los casos, muchos investigadores dejan este tipo de donaciones para después de su muerte mediante cláusulas testamentarias, o bien cuando por enfermedad o por vejez se ven impelidos a claudicar; pero, en la mayoría, son sus descendientes los que negocian su venta a organismos públicos o bien dispersan las bibliotecas en venta a anticuarios y libreros, haciendo desaparecer de este modo conjuntos de textos específicos o monográficos importantísimos para los nuevos investigadores, cuya localización posterior puede llegar a ser bastante ardua. Consciente de ello, Lothar Siemens se propuso desde joven formar una biblioteca musicológica centrada en la música española, independientemente de que a ella haya agregado numerosos libros de otros países (alemanes, anglosajones, portugueses, franceses o italianos), como se puede comprobar en el catálogo que ahora se edita, biblioteca que en su edad madura ha querido donar como fondo unitario a esta institución pública, para que pueda serle útil a los estudiosos, evitando así su posible dispersión. La Universidad de Las Palmas en tiempos de su rector Manuel Lobo, feliz de recibir este valiosísimo legado, acondicionó una espaciosa sala para albergarlo en el Edificio Central de la Biblioteca Universitaria, sala y fondo que llevan naturalmente su nombre.

Había comenzado comprando los libros fundamentales de las diversas especialidades de la Musicología, así como el gran diccionario musicológico alemán MGG, que era la mejor obra de apoyo del mundo en ese momento. Pero también se planteó comprar todo cuanto se hubiera publicado en nuestro país en materia de Musicología, lo que realizaba en sus vacaciones, rastreando librerías y recopilando todo lo que podía serle útil para sus trabajos futuros. De esta manera, adquirió todos los estudios que desde 1947 había ido publicando Higinio Anglés y sus discípulos en el CSIC, y anteriormente en la Biblioteca de Catalunya, a los que se añadieron aquellos editados por el Instituto Valenciano de Musicología que había dirigido Manuel Palau, aparte de otras muchas aportaciones sueltas de musicólogos dispersos a través de toda la Península.

Asimismo se interesó por el legado portugués, y fue comprando las publicaciones que iba realizando la Fundación Calouste Gulbenkian, a la que estaba vinculado Santiago Kastner, que en esos años fue su maestro en Lisboa. Allí también rastreó diversas librerías que le suministraron muchas obras interesantes, hoy inencontrables, que le introdujeron en el conocimiento de lo que fue la música de ese país, cuyas conexiones culturales con el nuestro siempre han sido intensas. Pero, además de intentar estar al día en todo lo que se refería a publicaciones recientes, lo cual es tarea casi obligatoria en todo investigador, poco a poco se fue convirtiendo en un exquisito bibliófilo, al picarle el gusanillo de indagar y adquirir impresos y manuscritos musicales del pasado, que eran asimismo necesarios y fundamentales para las investigaciones históricas. Su amor por los libros fue creciendo a medida que los iba poseyendo, contemplando sus bellas encuadernaciones, sus grabados o ilustraciones, leyendo su enjundioso, curioso o interesante contenido, y hasta deleitándose con el olor del pergamino, del cuero o del papel.

Comenzó reuniendo la Lira Sacro-hispana en diez volúmenes, editados por fascículos en el último tercio del siglo XIX por Hilarión Eslava, consiguiendo hacerse con casi todos los números que nadie había visto nunca completos; y compró en la librería madrileña de Guzmán el rarísimo facsímil del Códice Calixtino de Rojo y Prado. A este último lo visitó varias veces en la residencia de sacerdotes ancianos de la calle de San Bernardo, donde pasó sus últimos días, y tal fue el lazo de amistad que los unió, que un día el sacerdote le bailó una pieza del Calixtino a ritmo de muñeira. A estas adquisiciones se unieron pronto todas las aportaciones de Felipe Pedrell y de otros autores de su época, al mismo tiempo que fijaba su interés en los libros de los teóricos españoles del pasado, que eran poco menos que ilocalizables en cualquier buena biblioteca del país, excepto en la Nacional, y aún en ella no todos.

También fue adquiriendo poco a poco toda clase de tratados teóricos y fuentes musicales prácticas, impresas y manuscritas, casi todas de música española, que comprenden desde un incunable de 1494 adquirido a los Montero, hasta los grandes tratados del siglo XVI, entre los que se encuentran las obras del organista Mateo de Aranda, el tratado sobre la Música del Cursus quattuor... de Pedro Ciruelo, el tratado De Musica libri septem de Francisco de Salinas, el Arte de tañer fantasía de fray Tomás de Santa María, y un largo etcétera; muchos libros impresos de los siglos XVII y XVIII, algunos de ellos rarísimos, y también un buen cúmulo de publicaciones del siglo XIX que son todavía más raras y desconocidas que las obras del siglo XVI. También se encuentran en esta biblioteca diversos tratados de canto llano editados en la Península Ibérica, colecciones de obras para órgano, así como piezas litúrgicas en notación aquitana y gregoriana primitiva, destacando un tratado de música peruano de principios del siglo XVII muy raro.

Se puede decir sin temor a equivocarnos que en ella se recogen en versiones originales casi todos los tratados publicados en España y Portugal desde la llegada de la imprenta hasta el siglo XIX. Cuando por alguna razón no podía conseguir el original, en su lugar compraba el facsímil, realizado a partir de ejemplares únicos depositados en alguna de las dos bibliotecas acionales de estos países. A todas estas publicaciones teórico-prácticas se unen una serie de archivos musicales que fue comprando por lotes a diversos anticuarios, y que hoy también figuran en esta biblioteca, entre las que se encuentra el esbozo de una sinfonía de Ruperto Chapí o varias óperas italianas.

Biblioteca musicológica
 

SOBRE

LA DONACIÓN

En 2005 la Biblioteca Universitaria recibió la valiosa donación de la colección particular del prestigioso musicólogo D. Lothar Siemens Hernández. Este fondo documental, enteramente dedicado al mundo de la música, está compuesto por más de 9.000 volúmenes, y en él se recoge documentación impresa y manuscrita desde el siglo XVI al XXI. La Biblioteca incluye un incunable de 1494 y otros textos sumamente raros o únicos como obras de Mateus de Aranda del siglo XVI, tratados de música de Pedro Siruelo y Francisco Salinas, además de impresos litúrgicos excepcionales como un documento peruano del siglo XVII o el 'Arte de tañer fantasía' de Fray Tomás de Santa María. Entre los manuscritos se encuentran una sinfonía de Ruperto Chapí, varias óperas italianas del siglo XVIII, colecciones de obra para órgano y piezas litúrgicas de notación aquitana y gregoriana primitiva.

La catalogación del fondo se realizó entre finales de 2005 y mayo de 2008. Cerca del noventa por ciento de los títulos catalogados son documentos de los cuales no existía ningún ejemplar en la colección de la Biblioteca Universitaria.

LAS CIFRAS

Más de 6.200 títulos

Alrededor de 9.000 volúmenes

Unos 2.700 ejemplares de revistas

89 volúmenes de partituras digitalizados

255 títulos de impresos y manuscritos digitalizados

Cobertura cronológica desde el siglo XV al XXI

Digitalizaciones desde el siglo XVI al XX